La enseñanza sobre la lluvia temprana y tardía la encontramos, tanto el antiguo, como en el nuevo testamento. Estas expresiones son utilizadas con frecuencia en las Escrituras para hacer referencia al derramamiento del Espíritu Santo como agente regenerador sobre la vida del creyente. En Santiago 5:7 por ejemplo, se utiliza para ilustrar cómo el labrador espera con paciencia por la lluvia temprana y tardía como parte de la agricultura en Palestina. También encontramos esta declaración en Dt. 11:14; “yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu grano, tu vino y tu aceite” y en Joel 2:23; “Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio”.
Ahora bien, existen cuatro palabras hebreas para definir “lluvia” y en Oseas 6:3, aparecen tres de ellas. (1) “la lluvia”, en hebreo Geshem, que significa lluvia intensa, fuerte, torrencial o abundante. (2) “la lluvia tardía”, en hebreo Malkosh. (3) “la lluvia temprana, en hebreo Yoreh y Moreh. El otro término para lluvia se refiere a lluvia en general, como lo vemos en Dt.32:2; “Goteará como la lluvia mi enseñanza; destilará como el rocío mi razonamiento; como la llovizna sobre la grama, y como las gotas sobre la hierba”.
Estas lluvias operaban como ciclos cada año. Luego de los tiempos de mucho calor en el verano, comenzaba a caer la lluvia temprana (Yoreh y Moreh). En aquella región la lluvia temprana (oct. a dic.) ablandaba la tierra para poder arar y refrescar los campos. Luego venía (dic. a mar.) la lluvia intensa o fuerte (Geshem). Esta lluvia remojaba, empapaba la tierra y llenaba las cisternas, los estanques y manantiales. Cuando la lluvia intensa o fuerte (Geshem) cesaba, comenzaba la primavera (marzo a mayo), donde caía la lluvia tardía (Malkosh). Este era el tiempo de la aparición de las flores y el fruto. La cebada se cosechaba en abril/mayo y el trigo en mayo/junio.
En términos espirituales, la lluvia, que es figura del Espíritu Santo, viene a la vida del creyente luego de atravesar un tiempo de “verano espiritual” caracterizado por temperatura alta (ej; pruebas, crisis, necesidad, opresión del enemigo). Aquí Dios envía de su lluvia refrescante (lluvia temprana o “Yoreh”) para que nuestra tierra (vida cristiana) reseca y árida se renueve y se prepare para colocar nuevas semillas espirituales.
Luego de ser refrescados y renovados, Dios envía de su lluvia fuerte o torrencial (“Geshem”) para llenarnos, saciarnos y cuidar las semillas espirituales que hayamos sembrado. Al final del proceso, entonces, vendrá la lluvia tardía (“Malkosh”), que es la manifestación visible de lo que hemos sembrado (el fruto). En esta etapa del proceso estamos completos, saciados y bendecidos.
Por: Pastor Domingo Pérez Badillo