Alianza de Camuy

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Un discipulado radical (Lucas 14:25-27)

El evangelio son buenas noticias, transforma vidas, conduce a una relación con Dios, produce salvación, trae liberación y a la misma vez, presenta unas demandas y exigencias para quienes le siguen a través del discipulado. Seguir a Jesús requiere de un tremendo desafío, donde una vez las manos son puestas en el arado, mirar hacia atrás no es una opción. El evangelio produce el gran regalo de la salvación, mientras que el discipulado nos enseña que hay un precio que cada persona tiene que pagar; negarse a sí mismo, tomar su cruz e ir en pos Cristo incondicionalmente.

El texto nos muestra un principio esencial de discipulado; el desapego completo e inmediato de cualquier aspecto de nuestra vida que sirva de impedimento para darle la prioridad a nuestro Salvador. Al parecer Jesús tenía una gran preocupación por la solidez y el verdadero compromiso de la multitud que le seguía. Él sabía que de aquellas personas que le seguían, no todas estaban dispuesta a pagar el precio de ser un genuino discípulo. La realidad es que la mayoría de aquella gente ni siquiera sabía que el que caminaba con ellos y las multitudes seguían era el Cristo, y su intención entonces es, depurar, refinar y purificar aquel grupo de personas para ver quiénes eran verdaderos discípulos. Al utilizar la palabra “aborrece” (mesei), Jesús quiere establecer para que no exista duda alguna, que nadie ni nada puede estar por encima de Él. No era la primera vez que hacia declaraciones como esta; Él entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen”.  (Lc.8:21)

Pudiera surgir la pregunta, ¿cómo es posible que Jesús escandalizara aquella gente de esta manera? En ninguna manera, Jesús atenta en contra de la familia, más bien, utiliza el término para establecer una prioridad en el amor, o sea; “amar más o amar menos”; “amar por encima de o amar por debajo de”. Jesús tiene que ser el centro y lo que Él está planteando, aunque parezca duro es que, es necesario renunciar a colocar en el centro de nuestra vida a una persona distinta a Jesús, es decir, cuando uno se compromete con el Señor, todos los demás queda en un segundo plano. Esto es precisamente un discipulado radical. Ahora bien, este compromiso y entrega total tiene su recompensa; Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna”. (Lc.18:29-30)

Jesús sabía que no todo el que le seguía, lo hacía por las razones o motivaciones correctas. Entonces, la pregunta que cada creyente necesita hacerse mirándose en un espejo, es: ¿seré yo un discípulo radical de Jesús? 

Por: Pastor Domingo Pérez Badillo