Cuando los justos gobiernan, el pueblo se alegra. Pero cuando los perversos están en el poder, el pueblo gime. (Prov. 29:2 NTV)
La palabra de Dios tiene que ver con todo. Tan es así que, en cada situación que acontece o puede suceder en algún momento determinado, se puede apreciar la importancia transcendental que tiene cada palabra que sale de la boca de Dios. En esta coyuntura, cuán difícil ha sido para los que han gobernado, utilizar las escrituras como guía para una sana gobernanza. Cuando Dios le dice a Josué; “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josué 1:8), parece ser que estaba trazando un mapa del modo a seguir para alcanzar el éxito. En meditar, guardar y hacer lo que está escrito reside la victoria. Sin embargo, esa no es la realidad que vivimos hoy y la determinación de sacar las escrituras y la oración de la gestión gubernamental, bajo el pretexto de la cláusula de separación de Iglesia y Estado, ha sido en gran medida la causante.
Todo lo que necesita una nación es que el Señor abra una puerta para que sean los justos los que gobiernen. De esta manera, el liderato traerá estabilidad, seguridad y la confianza en la sociedad, donde se ha fomentado un sistema de justicia al servicio de todo el colectivo, sin intereses especiales o particulares; “porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Rom.14:17). El gobierno de los justos trae consigo alegría para el pueblo, no solo porque sus actos son justos en sí mismos, sino también porque al estar alineados de corazón con el Reino de Dios, que es justicia ante todo, entonces ese gobierno recibe el respaldo celestial.
El texto establece que en un sistema donde sean los justos los que gobiernen, el pueblo se alegra, pero cuando los perversos están en el poder, el pueblo gime. Cada persona es responsable de un cambio para bien, cuando una nación anda por el camino equivocado. Sin embargo, es triste ver cómo se ha convertido en un círculo vicioso, cuando el pueblo perpetúa en el poder al perverso y el perverso en el poder, perpetúa la injusticia, el despilfarro de fondos públicos, inmoralidad y falta de recursos básicos para el pueblo. Por eso dice el texto en proverbios que el pueblo gime.
Dice la Biblia en Mateo 7:16; “Por sus frutos los conoceréis”, pero el pueblo vota por promesas y no por frutos de vida. Escuchan lo que el político de turno promete, desconociendo si realmente hará buena su propuesta. Ellos saben lo que el pueblo quiere escuchar y eso es precisamente lo que prometen, entonces votan por ellos y el ciclo vuelve a empezar. No obstante, se puede romper ese ciclo cuando se conoce la plataforma de gobierno. Es fácil medir a un candidato; vea que tanto se alinea su pensamiento, oratoria, frutos y promesas de gobierno a la agenda del Reino. De esta manera, cuando entres a la urna sabrás si reirás o llorarás.
Concluyo diciendo, que aún hay esperanza, porque el que hace lo correcto como gobernante, no solo es de gran bendición para quien lo haga, sino que Dios también decide ampliar su cobertura de autoridad; “El rey que gobierna a los pobres con lealtad, afirma su trono para siempre”. (Proverbios 29:14 DHH).
Por: Pastor Domingo Pérez Badillo