Alianza de Camuy

Contempla A Jesús (Salmos 121:1-2; Hebreos 12:1-2)

“Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra”. (Salmos 121:1-2)

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. (Hebreos 12:1-2)

Durante el tiempo en el ministerio realicé desde muy temprano, que la decisión más equivocada o como dice el refrán de nuestra jerga pueblerina puertorriqueña; “meter la pata”; que un creyente puede tomar cuando se asoma la crisis en su vida es alejar o desviar la mirada de Jesús. Sin duda alguna, es sumar un problema sobre otro problema. A todas luces, debe ser todo lo contrario, ya que en momentos difíciles o cuando se presentan grandes obstáculos es cuando con mayor empeño y firmeza debemos contemplar a Jesús.

Paradójicamente, hay quienes pueden ver, pero están ciego, y por otro lado, hay quienes están ciegos, sin embargo, pueden ver. La realidad es que cuando elevamos nuestra mirada al cielo en momentos de aflicción, quebranto y aún, cuando ni siquiera tenemos las fuerzas para hacerlo, es inevitable contemplar con nuestros ojos espirituales el gran poder manifestado de nuestro Señor Jesucristo.  

Con estos dos pasajes bíblicos les muestro este principio esencial para aumentar nuestra fe y que sirve de crecimiento en nuestro desarrollo espiritual:

(1) Mt.14:22-33: Pedro había experimentado el poder ilimitado de Jesús de primera mano. El sabía de lo que Jesús era capaz. El apóstol sabía que la única manera que podía caminar sobre el agua era mediante el poder de Jesús, y lo sabía porque había visto ese poder manifestándose anteriormente. Dice el texto; “…pero al ver…” y ese fue el verdadero problema. La dificultad no fue el viento, ni tampoco la tormenta que azotaba la barca, el problema fue que desvió la mirada de Jesús para mirar lo que le rodeaba. Mientras contemplaba a Jesús, caminaba sobre las aguas, pero a la vez que quitó su mirada de Jesús comenzó a hundirse.

(2) Mr.10:46-52: Aquí vemos un contraste al pasaje anterior, porque este hombre no veía, sin embargo, elevo su mirada en tiempo de aflicción y quebranto. De alguna manera entendía que el que pasaba por aquel lugar era el único que podía sanarlo y restaurar su vista. Este hombre no podía ver, no obstante, contempló a Jesús. Este ciego, antes de recibir la vista ya podía ver su milagro realizado. ¡Que preciosa ilustración de un hombre ciego, pero podía contemplar a Jesús! En el momento de la agonía y la desesperación, elevó su mirada a Jesús, el autor y consumador de la fe y Su poder ilimitado se manifestó en la vida de aquel hombre.

Termino citando al salmista quien muy bien expresa lo que vivió; “Invócame en el día de la angustia; te libraré, y tu me honrarás” (Sal.50:15). Cuando llegue la crisis a tu vida, detente y contempla a Jesús.

Por: Pastor Domingo Pérez Badillo