“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9)
Hay un aspecto de vital importancia en la vida del creyente; su llamado. No obstante, hay quienes cuestionan y se preguntan con algún escepticismo; ¿Existe realmente tal cosa como “un llamado” o es algo que los pastores se han inventado desde los púlpitos? La evidencia bíblica sostiene con claridad que, en efecto, Dios llama y equipa a personas de acuerdo a su voluntad para realizar una tarea especial, es decir, no solo existe un llamado, sino que el Señor convierte ese llamado en uno especial, porque la tarea a ejecutar es indudablemente especial. Las Escrituras relatan las vivencias de hombres y mujeres que fueron llamados por Dios, en distintos momentos y escenarios, para ejecutar una tarea especial. Tanto el llamado, como las respuestas, fueron tan diversos como los individuos que fueron llamados. Unos fueron llamados a ser líderes, otros a ejercer una tarea en específica, algunos huyeron, varios objetaron y otros respondieron rápidamente.
Este llamado especial es único, y su origen está en la elección soberana de Dios a una persona, para llevar a cabo su perfecto plan. Un ejemplo clásico es el de Moisés, quien no fue llamado debido a su talento, preparación o éxitos personales, sino más bien, fue llamado porque Dios sabía lo que podía lograr por medio y a través de él. La realidad es que, es Dios Mismo quien capacita y llena a la persona a quien llama, de su presencia, poder y providencia, siempre y cuando esté dispuesta a tener una comunión constante con él, de manera que el poder de Su Espíritu crezca en el interior. Antes que la persona pueda exteriorizar alguna encomienda o tarea, el Señor primero trabaja con lo más íntimo de su ser.
Ahora bien, aún en la persona que existe un llamado especial pueden levantarse impedimentos y complicaciones. Sin embargo, su relación profunda con Dios se convierte en la herramienta principal para derrotar cualquier tipo de adversidad o contrariedad que pueda aparecer en el camino. La realidad es que la actitud de aquel que ha sido llamado debe ser centrada en la persona de Cristo, para no depender nunca de las circunstancias externas.
Cuando esto ocurre los resultados son extraordinarios, las necesidades son satisfechas, ocurre el milagro de la salvación, las cosas obran para bien, hay bendición en medio del pueblo, en fin, el Señor es glorificado. Bien lo dijo el salmista; “Has aumentado, oh Dios, tus maravillas” (Salmos 40:5); “Porque tú eres grande y hacedor de maravillas” (Salmos 86:10). Concluyo citando al escrito español José L. Navajo; “Ser llamado por Dios, es sin duda alguna, la más alta vocación que existe”. Te animo a una búsqueda profunda con Dios para que así puedas descubrir tú llamado y empezar a vivir una aventura sin igual de la mano del creador.
Por: Pastor Domingo Pérez Badillo
Durísimo!!